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Sihanoukville, Otres beach (Camboya) - Tinta y acuarela sobre papel - |
Tras dos años estancado en mi puesto de dibujante de calle en Barcelona sin poder viajar, finalmente había encontrado el modo de sortear las dificultades y a principios de noviembre de 2015 había conseguido regresar a Malasia para pasar los algo más de cinco meses de la temporada de invierno. En esa ocasión, teniendo en cuenta que los últimos cambios en la normativa que regulaba mi actividad oficialmente ya me permitían ausentarme de mi puesto de trabajo durante 6 meses al año, no había dudado en cuanto al trayecto de mi viaje y me había propuesto aterrizar directamente en la capital, Kuala Lumpur, con el propósito de descubrir el modo de trabajar en ese país con absoluta legalidad sin tener que renovar mi visado de turista cruzando alguna frontera cada pocos meses. La idea consistía en tener a mi abasto todas las oficinas que pudiera necesitar además de la embajada española para resolver cualquier duda que se presentase. No obstante, a pesar de todos mis esfuerzos, incluyendo el de apuntarme a una escuela de idiomas durante tres meses para estudiar la lengua malaya, la respuesta fué que en calidad de “artista independiente” no tenía ninguna posibilidad de obtener un permiso de trabajo ya que la modalidad de trabajador autónomo no estaba reconocida. La única posibilidad consistía en contactar con alguna empresa local para que me ayudara con algún tipo de contrato laboral; lo cual no me seducía en absoluto, al ver como muchos de los mismos artistas malayos eran explotados por los abusivos arrendadores de sus espacios de trabajo. La posterior constatación de algunos pormenores más acerca de esta obstaculización selectiva de la inmigración, a mi juicio heredera de cuatro siglos de subyugación colonial, hizo que mi interés por trabajar en Malasia progresivamente se disipara y que recobrase fuerza un latente deseo de explorar Camboya. Así, antes de que terminase mi período de viaje y me viera con la necesidad de regresar a Barcelona para recuperarme de los gastos, había decidido que era el momento de hacer una visita relámpago a la zona de playas del país vecino; donde tiempo atrás, navegando por Internet, había oteado la posibilidad de encontrar un bungalow económico y apacible en primera línea de playa para establecer mi puesto de caricaturas.
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Lord Ganesha, Chiang May (Tailandia)
- Tinta y acuarela sobre papel - |
Ese viaje a Camboya había sido corto. Apenas me habían bastado seis días para darme cuenta de las posibilidades y las dificultades de trabajar en ese entorno. De modo que podía asumir que, tras el desencanto de Malasia, se veían restablecidas mis esperanzas de lograr huir de las temporadas frías de Barcelona. Pero en este punto mi viaje había llegado a su fin. Debía regresar y enfrentarme a otros seis meses de arduo trabajo. Era el momento de abandonar la vegetación y la calma del trópico para sumergirme de nuevo en la cruda batalla de la competencia por los clientes.