"Ugata", óleo sobre tabla, 33'3 x 24'2 cms. Albert Tarragó
En Japón no hay moscas. Al menos yo no recuerdo haber visto ninguna en la prefectura de Mie. Los insectos que más abundan son las arañas. Cada día puedo ver centenares de sus telas esparcidas por todas partes esperando víctimas descuidadas. De igual manera, en todos los rincones de los lugares habitados, la publicidad de los negocios satura el paisaje japonés a la búsqueda de atrapar clientes como si se tratara de telas de araña. A veces, piensas que no hay existencia más allá de dejarte seducir por la llamada de sus vistosos colores. Hay pocos lugares, donde la vida no sea negocio. Los jardines de los templos sintoistas son uno de ellos. Un regalo para los sentidos que te conecta con las cosas más puras, sencillas y altruistas de la naturaleza humana.